BARCELONA, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
Madonna ha encandilado a las más de 20.000 personas que han abarrotado
el Palau Sant Jordi de Barcelona, en un concierto que ha servido para
demostrar que piensa aferrarse con uñas y dientes al trono del pop, pues
ha habido incluso indirectas más que evidentes a la que se postula como
su sucesora, Lady Gaga.
La ambición rubia ha llegado a España para presentar las canciones
de su nuevo disco, 'MDNA', y lo ha hecho en un concierto de más de dos
horas, de puesta en escena cinematográfica, coreografías continuas en el
que no han faltado los símbolos marca de la casa, como la iconografía
religiosa y su gusto extremo por los crucifijos.
En lo alto de un altar, como una virgen totalmente cubierta con un
velo negro, coronada y con una metralleta, Madonna ha dado el
pistoletazo de salida con 'Girl gone wild', un disparo casi literal,
pues también ha ido armada en 'Revolver' y en 'Gang bang', donde ha
protagonizado una sangrienta escena en la habitación de un motel.
La oscuridad y los simbología cristiana cuando ha saltado al
escenario convertida en majorette, y que incluía un mensaje muy
personal: ha cantado el estribillo del 'Born this way' de Lady Gaga ,
quizá para evidenciar el parecido entre ambas --en su día se dijo que su
discípula la había copiado--.
Y es que más que un tributo, la alusión a la cantante ha sido una
puya, pues justo después ha repetido varias veces 'She's not me'; por si
había alguna duda de quién ocupa a día de hoy lo más alto de la música
pop.
A sus 54 años, Madonna se ha pasado todo el recital dando saltos,
escalando, haciendo funambulismo sobre cuerdas elásticas, a rastras por
el suelo o siendo sacudida por sus bailarines: el mantra 'soy biónica,
soy supersónica' se ha escuchado de fondo mientras cantaba alguna que
otra canción.
El primer respiro ha llegado casi en el ecuador, cuando ha cantado
'Masterpiece', el tema principal de su última película como directora,
'W.E', que ha cantado junto al grupo vasco Kalakan, que han aprovechado
para cantar en euskera 'Sagarra jo', en el momento más exótico y
surrealista de todo el recital.
El tema ha ido precedido de uno de los pocos momentos de
interacción con el público. "Todos formamos parte del mismo ADN, somos
uno, estamos unidos, no importa de que color es nuestra piel, nuestras
creencias o la orientación sexual que tengamos, tenemos un única alma",
ha dicho.
El vestuario diseñado por Jean Paul Gaultier, que ha lucido
especialmente en 'Vogue', que ha entonado con una reinterpretación del
célebre sujetador de conos de principios de los 90, esta vez convertido
en un negro corsé de dominatrix, pero con elegante camisa blanca y
corbata negra.
Poco a poco la ropa ha ido desapareciendo, y aunque en Estambul
enseñó un pecho y en Roma se bajó los pantalones, en Barcelona se ha
mostrado algo más comedida, y ha aprovechado que estaba semidesnuda para
cantar una insólita versión de 'Like a Virgin' en acústico, acompañada
únicamente de un piano.
La religión ha vuelto hacia el final del concierto, aunque esta
vez ha sido la estética budista la elegida para 'I'm a sinner', sólo un
preludio para el apoteosis de 'Like a prayer', con coro de gospel
incluido, y una Madonna que por fin se ha soltado la melena, hasta
entonces perfectamente peinada.
El toque de las campanas que ha abierto el concierto ha vuelto
para anunciar el cierre: la fiesta discotequera de 'Celebration', ha
puesto punto y final a un concierto planificado al milímetro cuajado de
efectos especiales, acrobacias y música pregrabada que ha hecho las
delicias de los fans y que la reina del pop repetirá milimétricamente
este jueves en Barcelona y en los próximos meses por todo el mundo. FUENTE

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