A estas alturas, seguro que ya han oído que Madonna,
la reina de corazones del pop contemporáneo, ha convertido la gira de
presentación de “MDNA”, su último trabajo, en una suerte de recreativa
celebración del destape. A saber: un pecho por aquí, unas bragas por allá, un
striptease para rematar la jugada… Nada nuevo, es cierto, para una
artista que siempre ha hecho bandera de la provocación y que nunca ha
destacado precisamente por morderse la lengua, pero ante su inminente
desembarco en Barcelona, donde actúa esta noche y mañana (para esta
última cita aún quedan algunas entradas a la venta), la pregunta es
inevitable. ¿Qué enseñará Madonna en el Palau Sant Jordi? O, mejor dicho, ¿qué le queda por enseñar a la Ciccone que no hayamos visto ya?
A
tener de sus últimas giras, rotundos golpes encima de la mesa del pop
comercial, de Madonna solo cabe esperar que sigan marcado territorio
para demostrar que sigue estando a años luz de esas nuevas divas del pop
que intentan sin disimulo arrebatarle el cetro y la corona. Y ya sea
enseñando furtivamente sus atributos o hurgando en el baúl de los
recuerdos para rescatar “Papa Don’t Preach”, “Vogue”, “Like A Virgin”,
“Celebration” o “Like A Prayer”, algunas de las piezas que articulan el
repertorio prácticamente inamovible de esta gira, lo que parece claro es
que Madonna promete espectáculo.
Dicho
así puede sonar obvio, pero desde que la Ambición Rubia estrenó en
Barcelona la gira mundial de “Music” en 2001 asegurando que aquello no
era un concierto sino una representación teatral de su música, su paso por los escenarios siempre ha tenido más de superproducción hollywoodiense que de actuación musical. Y el MDNA Tour,con dos paradas en la capital catalana y fechas programadas en Europa, Estados Unidos y América Latina hasta diciembre de 2012, no es ninguna excepción.
Al hilo del exceso
Así, a caballo entre la pasarela y la pista de baile y con el exceso siempre como hilo conductor, la estadounidense aterriza en Barcelona acompañada por el trío vasco Kalakan,
responsables de darle la vuelta a “Open Your Heart” y secundada por una
banda de media docena de músicos y una veintena de bailarines. Entre
todos utilizarán cerca de 700 elementos de vestuario y
darán alas a un montaje que, con el último trabajo de la cantante como
excusa –sonarán hasta nueve canciones de “MDNA”, una auténtica
declaración de intenciones de que Madonna no quiere vivir del pasado-,
se divide en cuatro actos –Transgresión, Profecía, Masculino/Femenino y
Redención-, cada uno con sus respectivos cambios de vestuario, guiones
y, en fin, versiones coreografiadas de alto impacto audiovisual de
“Candy Shop”, “Justify My Love”, “Girl Gone Wild” o “Human Nature”.
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